Nos ponemos nerviosos cuando nuestro cerebro interpreta que estamos en peligro.
El cerebro produce una descarga de adrenalina que activa el corazón y los músculos; pero si se prolonga nuestra salud sufre.
Cuando decimos que estamos nerviosos el corazón se acelera, la boca se seca, sudamos más de lo habitual y aparece una sensación de nudo en el estómago.
Puede ser una sorpresa, un susto, una chica que nos gusta y nos guiña un ojo, un examen al que nos enfrentamos, una mala noticia...
Según el Instituto Nacional de Salud de EEUU, estamos nerviosos porque el cerebro activa una respuesta encaminada a reaccionar ante un cambio. Y lo consigue liberando unas sustancias químicas llamadas hormonas y neurotransmisores que alteran el funcionamiento de ciertas partes de nuestro organismo.
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