Al fallecer la persona amada y hasta que no pasan 30 días, existe el doble de riesgo de infarto o de ictus.
En los primeros días, son claros los síntomas de riesgo de coagulación sanguínea, aumento de la presión arterial y descontrol de la frecuencia cardíaca.
Si al pasar un año la persona no logra vencer el sentimiento de tristeza y de pesar, se aconseja la visita a un psicólogo para regular la vida de cada día de esa persona.
Son datos de la Universidad de St. George de Londres.
Por amor también se muere.
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