domingo, 14 de julio de 2013

¿Tienes anisakis?. Tienes un problema...

Anisakis, un intruso en mi estómago

Esa ración de pescado crudo o poco cocinado tiene una pinta estupenda. Los comensales se relamen los labios mientras una larva de tres centímetros pasa desapercibida en el plato y se prepara para migrar a otro entorno muy acogedor: nuestro estómago. Hoy EFEsalud acompaña al doctor Daschner y a su paciente para comprobar si el anisakis dejó algún recuerdo antes de morir
Imagen cedida por el gabinete de comunicación del Hospital de La Princesa
Tres días. Es el tiempo que transcurre desde que Manuel (72 años) empieza a encontrarse mal hasta que decide ir al médico. Sus síntomas así lo requieren: labios hinchados, picores y erupciones en la piel. “Primero me dijeron que podía ser una alergia por contraste yodado, pero pronto descartaron esa posibilidad”, relata.
Historia clínica, secuencia de eventos, prueba del anisakis en la piel y… Positivo. El doctor no tarda en averiguar la relación causa-efecto. “¿Ha comido boquerones en vinagre hace poco? Sí.” Como buen amante del pescado, Manuel suele consumirlos una vez a la semana.
“Si tomamos pescado crudo o poco cocinado sin congelar, puede dar lugar a que una larva viva provoque una reacción alérgica”, explica el doctor Álvaro Daschner, alergólogo del Hospital de la Princesa. Esa larva es el parásito del anisakis, un gusanito de unos tres centímetros de longitud y un milímetro de grosor que se instala en la musculatura del pez.

Contagio: una ruleta rusa

Nos llevamos el tenedor a la boca y… Un huésped inesperado coloniza nuestro estómago sin darnos cuenta. Su apasionante travesía comienza en los mecanismos de pesca. “Si los barcos van a alta mar y no visceran enseguida los pescados, las larvas pueden migrar a la musculatura. También influyen los métodos de venta y cocción”, indica Daschner.
El doctor Daschner resuelve las dudas de Manuel, su paciente. EFE/Marina Valero
Las probabilidades de que este pequeño ser acabe en nuestro intestino dependen de varios factores: ¿Sigue vivo cuando llega a nuestro plato? ¿Nuestro organismo permite la entrada del anisakis? Es una cuestión de estadística con matices. “Si tomamos precauciones a la hora de cocinar el pescado, es muy difícil adquirirlo”, afirma el doctor.
El parásito muere antes de llegar al plato si cocinamos el pescado a una temperatura de 60 grados durante diez minutos. Así lo indican los estudios, aunque “depende del grosor del pescado; no puede estar caliente por fuera y frío por dentro. Funciona el sentido común”, subraya el doctor. Otra garantía de prevención es congelar el alimento.

Muerte precoz del gusano

El parásito del anisakis nos hace compañía durante uno o dos días, no más. “Después se expulsa y se muere, no se queda en nuestro cuerpo”, incide el doctor Daschner. En ese preciso momento, los pacientes notan la respuesta natural de su organismo ante un cuerpo extraño:
Suele ser una reacción alérgica, un mecanismo de defensa que ayuda a expulsar la larva.
La reacción suele ser aguda y remite con medicación sintomática en unas horas. Sus síntomas pueden ser dolor de tripa, vómitos, urticaria… “En algunos casos no está bien definida y perdura durante semanas o meses”, matiza el alergólogo.
¿Qué ha comido en las últimas 24 horas? ¿Cuándo empezó a notar la reacción? ¿Recuerda algún problema con el pescado? Son las preguntas de rigor para llegar a la raíz un problema que tiene mayor prevalencia entre la población alérgica. “Tienes que insistir y buscar el pescado poco cocinado o crudo”, insiste Daschner.
Tras el historial clínico y una prueba cutánea, dos análisis de inmunoglobulina E (un tipo de anticuerpo en la sangre) en noviembre y en abril terminaron de confirmar el problema de Manuel. “Teníamos unos valores de inmunoglobulina muy altos al principio, y en el segundo análisis vimos cómo iban bajando”, señala el doctor.

Tratar y prevenir

El médico me recetó unos fármacos para la alergia, pero ninguna medicina en particular para el anisakis”, explica Manuel. El anisakis desaparece de nuestra vida tan pronto la persona lo expulsa, por lo que no suele ser necesario combatirlo. La prioridad es paliar los efectos de la reacción alérgica que sufrimos en consecuencia.
Respecto al parásito, “no hay que hacer nada salvo insistir en las recomendaciones generales, que son iguales para toda la población”, matiza el alergólogo. Recordemos:
El parásito del anisakis se puede observar a simple vista. EFE/Marina Valero
  • Congelar el pescado.
  • Asegurarse de que está bien cocinado.
  • En algunos casos específicos, adoptar una dieta sin pescado de forma temporal siguiendo las indicaciones del médico.
  • Salvo dolores de tripa muy fuertes, no es necesario realizar una gastroscopia para extraer la larva; sale sola.
Me encanta la ventresca de bonito y suelo tomarla fresca o a la plancha…” Manuel no oculta su interés por conocer tanto técnicas de cocción poco seguras como pescados que pueden contener anisakis. “No se puede descartar el riesgo ya que la plancha no es muy segura”, advierte el doctor.
Lo ideal es congelar el pescado antes para reducir el riesgo a cero. Y cuidado con lo que comemos fuera de casa… Si nos lo sirven muy hecho, mejor.

Pescados de riesgo

Atención a los boquerones en vinagre crudos. Manuel lo sabe bien, y por eso ahora los toma fritos. “Aunque creo que no son nada saludables para mí, porque las frituras y el colesterol no ligan bien”, lamenta.
“No podemos excluir casi ningún pescado de la lista de riesgo, excepto la trucha de agua dulce y algunos productos de acuicultura que no tienen contacto con anisakis”. Según el doctor, el salmón ahumado de Noruega o Escocia también es seguro y no hace falta congelarlo.
¿Y qué hay del pulpo y similares? “Entre mis 2000 pacientes, nunca he visto ningún contagio por cefalópodo. Suelen estar limpitos”, añade.
El pescado del Mediterráneo como el que consume Manuel suele dar muchos menos problemas que el del atlántico. “En general tiene menos parasitación aunque aún no sabemos muy bien por qué. No significa que no haya riesgo si no está congelados”, avisa el alergólogo.

¿Hay secuelas?

Desde su experiencia con el anisakis, Manuel siempre toma precauciones antes de comer pescado. EFE/Marina Valero
En ciertos pacientes que no han tenido una reacción alérgica, la larva empieza a migrar hasta meterse en el intestino. “En ese caso nos defendemos con otro tipo de reacción: formación en granuloma. Vemos al parásito como un cuerpo extraño y generamos un tejido alrededor”, explica Daschner.
¿Consecuencias? A veces, problemas intestinales. “No es por la larva sino por nuestra reacción contra algo que desconocemos, contra un cuerpo extraño”, matiza el doctor. En ocasiones se requiere cirugía.
En otros casos es más sencillo: “Si tienes contacto con anisakis y produces anticuerpos malos (alérgicos), puedes volver a tener algún problema cuando vuelvas a ingerir la larva viva”, señala el doctor.

Miedo infundado

¿Dejar de tomar pescado? Ni hablar. Es la respuesta de Manuel, uno de los pocos afectados por anisakis que no ha caído en el error más frecuente:
“Hace diez años tuvimos una situación de alarma social. Mucha gente dejó de comer pescado, incluso los propios médicos metieron miedo al paciente”, relata Daschner.
El doctor aboga por desterrar esta idea y analizar el problema caso por caso. “Hay que ver quien se puede beneficiar de una dieta temporal sin pescado y a quien debemos insistir en que siga comiendo este alimento”. El pescado tiene efectos antiinfamatorios y puede ser beneficioso para la urticaria.
Sí es cierto que algunos afectados por anisakis pueden llegar a sufrir intolerancia al pescado, traducida en picores o molestias digestivas. El cuerpo dirige su respuesta hacia lo que le hace daño y a veces hacia lo que está alrededor, como la carne del pescado.
En estos casos, el doctor manda una dieta sin pescado temporal para probar si la intolerancia es real o no. “Los pacientes vienen muy condicionados por lo que leen y escuchan, como que el anisakis provoca alergia al pescado”. Y en absoluto tiene por qué ser así.
EFE/Marina Valero
Manuel tampoco era un paciente virgen en conocimiento cuando entró a la consulta del doctor Daschner por primera vez. “La gente te suele decir: ‘¡¿Tienes anisakis?!’ Como si tuvieras la peste bubónica. Y alucinan si te ven comiendo pescado. Cuando te venden una moto de mucho calibre, coges miedo”, relata.
Por suerte, nuestro protagonista no está dispuesto a renunciar a uno de sus manjares favoritos. “Al principio dudé, pero al final lo comí. Solo hay que tomar pescado con cuidado, cocinarlo bien”. Es muy importante que el médico empiece a explicar desde cero. “A veces es muy difícil quitarle ciertas creencias al paciente”, afirma Daschner.
No obstante, siempre es positivo tener una actitud crítica e interesarse por preguntar en la consulta tal y como hace Manuel, feliz con su informe de alta médica bajo el brazo. “Es un paciente muy ideal, curioso y con afán por aprender”, concluye el doctor.

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